Debido a que estas fiestas
me desgastan psicológicamente, decidí hacer un parón blogero para airearme un poco y pasar estos días con la mayor dignidad posible. Los turrones no los pruebo desde hace años, el mazapán me gusta tanto cómo el cabello de ángel, es decir nada, con los polvorones se me hace una bola en la boca y no los puedo comer, así que mientras que mis familiares hacen la sobremesa atiborrándose a estos dulces yo les miro y maldigo mi suerte porque sibarita nací.
Por suerte siempre hay un As en la manga, y este año le ha tocado a Bélgica, que ha sido un soplo de aire fresco y nunca mejor dicho, joer que frio que hace allí!! No hemos visto el sol en los 5 días que hemos estado por allí. Pero vamos por partes ya que no todo es oro lo que reluce, para empezar ha sido
mi primer viaje con Ryanair y nunca mais, palabrita. No por la compañia que es puntual cómo un reloj suizo, sino que entre seguros de mierda, pagar el equipaje, cada maleta 9€ y demás tasas te sale lo mismo que cualquier compañía que opera en aeropuertos céntricos. Es decir que el puto avión nos dejó en Bruselas, sí, pero a 50km de nada, un megapaseo vamos. Despues pilla un bus hasta el centro de la ciudad con sus tasas, tarifas, colas y todo lo que os podáis imaginar. Nada mas llegar, cómo ya no había ni un rayo de sol (quiero decir que no ha salido el sol en todo el viaje, eso es tomarse el invierno a pecho, lo demás son tonterías), decicimos coger un taxi, maldita hora, nos paseo dando vueltas sin saber reálmente a donde íbamos, por lo menos allí dentro no hacía frio, que ya es mucho.
Cuando vi el Hotel, quise matar a
Nebrija, aquello era cómo la tienda de los horrores, lleno de bustos que le faltaban los ojos, marionetas, retratos viejos y a la casera, una mujer de unos 50 años que
se le notaba toda la hucha detrás de un pijama rosa a modo de malla, es horrible o no?Para llevarme la contraria a él le encantó, así que estuvimos todo el trayecto al centro de Bruselas peleándonos por cambiar de Hotel, cosa que no sucedió. Fuimos a ver la ciudad un rato y a comer esas famosas patatas en el mundo entero. Hay que ver cómo mitifican los monumentos en el extranjero, si ya me pasó con
Picadilly Circus, no os podéis imaginar la cara que puse al ver el
Mennaken-piss, una tomadura de pelo, y además de verdad de la buena.Al regresar al museo de cera del Hotel, me costó muchísimo dormirme, ¿podríais vosotros dormir con esto enfrente?
Por la mañana nos fuimos a visitar
Amberes, después de ver todos los cuadros de
Rubens y visitar lo típico del centro histórico, nos dispusimos a pasarnos por
Malinas, maldita hora,
nos cayó un diluvio que ni a Noé, deciros que me caían goterones por la pierna de lo mojadito que estaba y si a eso le sumamos el frio polar que hace por esos lares tenemos un resfriado de tres pares. Pero la ciudad con mas encanto de Bélgica sin duda es
Brujas, parece sacada de un cuento de Hadas, por ponerle algún defecto qué es demasiado perfecta, el centro limpio, las calles todas con casas de ladrillos, sin tráfico, la gente muy amable.
Cómo a
Nebrija el país se le quedó pequeño al tercer día, y en la estación de tren vimos que había un destino llamado
Londres, quisimos hacer una excursión a la capital del Imperio Británico. Yo ya me veía en el tren que pasa por debajo del agua, haciendo cábalas, sería un tunel con agua, sin agua, el tren sería hermético, tendría fugas, sería un submarino quizás. Tomariamos el te con la mismísima Reina en el Buckingham Palace, vería a
Pete Doherty fumando crack en cualquier esquina, ¿lo compartiría conmigo?. La verdad es que nunca lo sabremos, ya que el precio del billete para la isla era reálmente prohibitivo, así que por una sexta parte nos fuimos a
Amsterdam. Para mi ésta ciudad es la ideal para vivir, son todas las teorías de
Nietzsche llevadas a la práctica, es decir, el nihilismo hecho realidad. Ahora me viene una de sus frases a la cabeza;
Esta es la antinomia; entanto creamos moral, condenamos la existencia.La última mañana el Bruselas dió para mucho, nos fuimos al rastro de allí,
Nebrija se compró un montón de cosas de dudosa utilidad, yo me compré un jersey por dos euros y así me quité la espinita que tenía por no haberme comprado un jersey en unas lujosísimas galerías por el módico precio de 200€. El viaje de regreso fue un infierno, después de colarnos en la mega cola que había en el avión y tener todos los asientos para elegir, nos tocó en el asiento de atrás una familia con dos monstruos que no me dejaron ni pegarme una cabezadita. Ahí comprobé que mi reloj biológico sigue paradito en stand-by, y de ahí no se mueve, que alivio. Estuve a punto de girarme y decirle al padre que si no sabía la utilidad del valium mezclado con un poco de whisky para sus dos crios.
Y es que al ser humano, en realidad, sólo le mueven dos motores a la hora de pecar, muy potentes, eso sí; la impaciencia y la indolencia. Que conste que no lo digo yo, sino Kafka. Y sin duda tengo muy claro a que grupo pertenezco yo.