Las comodidades de la vida moderna

No hace falta llenar la nevera, una vez a la semana se va la luz sin aviso previo y no sabes hasta cuándo.

No debes tener prisa, los trenes siempre van con retraso.

Sé generoso, comparte tu dinero con las grandes multinacionales (lo quieras o no, acabarás haciéndolo).

Piensa que la libertad de expresión consiste en decir sólo lo que te permitan decir.

No salgas de casa sin el móvil, ese órgano no vital de tu cuerpo del que no puedes prescindir y que se ha convertido en un localizador inmediato de tu paradero.

Emanciparte de tus padres a los 30 años para tener más libertad y llegado el caso no poder salir de casa porque no tienes ni un €, decides compartir piso y al final te das cuenta qué de nuevo no estás sólo.

Compra un coche para poder presumir: es caro, poluciona, no puedes aparcarlo, te hincharán a impuestos y aparcarlo te costará la mitad de tu vivienda (pero podrás cantar: yo contamino y me importa un comino).

Dispones de todo el tiempo del mundo para ver la televisión, gracias a que disponemos de más de cien canales, podrás saltar de uno a otro durante horas sin llegar a ver nada interesante.

Prepara minuciósamente tus vacaciones con meses de antelación, combina varios vuelos de bajo coste para llegar a un lugar remoto(o eso creías) y al llegar al destino sentirte de nuevo parte del rebaño.

Interésate por la moda, así cada nueva estación podrás cambiar de pensamiento.

Y si has llegado hasta aquí es que además estás enganchado a internet.

¿Pretenciosos o épicos?

Aún estoy en estado de shock por escuchar y bailar esto en el Summercase.