La insoportable levedad del ser
Todo iba de coña, creedme ustedes, hasta que llegamos a la sobremesa, A., supongo que siempre tiene que ser el centro de atención (no lo conozco mucho, si os soy sincero) empezó a sacar las conversaciones que a él le apetecía, de todo tipo pero siempre siendo él el epicentro y acaparando cualquier tipo de debate. Y claro, se habló de todo, sobretodo de sexo, que es algo muy concurrido y que da mucho de sí en unas mentes tan calenturientas cómo las nuestras, pero claro, A. folla más que todos nosotros juntos cómo era de esperar, que me parece lo más estupendo del mundo y le felicito por ello pero hay una gran diferencia en lo que se refiere al espacio-tiempo, no es lo mismo pegar un polvete tranquilo en tu casa que echar 5 a las 6 de la mañana en cualquier sauna, no sé si me explico bien.
Cuando el tema del sexo ya no dio más, la siguiente pregunta fue; ¿Cual es vuestro director de cine favorito? Por favor, eso parecía un cuestionario del Súper Pop. Cuando me tocó responder a mi, dije Michael Haneke, para mi lo es y no solo por La Pianista, que ni la tenía en mente sino por Funny Games, Código Desconocido o Caché, a lo que él me respondió; Qué previsible eres. Cómo en el mejor capítulo de Ally McBeal, yo en ese momento me levantaba de la silla, cogía el tenedor y se lo clavaba en el ojo. Podría haberme pegado el farol y citar a directores mas exóticos; Wong Kar-Wai, Kim Ki-Duk o Kieslowski.
Todos y cada uno de los comensales dijimos directores muy conocidos, que si Tarantino, Cronenberg o Lynch, él no, os aseguro que en la vida había oido hablar del que mencionó. Luego comprendí que de lo que reálmente quería hablar era de su película (del proyecto), una vez finalizada la conversación sobre su ópera prima y cuando yo ya creía que todo había finalizado e intentabamos cambiar de conversación, él volvía a su film. Vamos, que con su ego llena estadios.