Himno Generacional

martes, diciembre 26, 2006

Rebelión en el palomar


Mi adversión por las palomas ya viene desde hace mucho tiempo atrás, tanto cómo cuando a mí padre se le ocurrió la genial idea de montar un palomar en el jardín de casa y unas 200 palomas campaban a sus anchas por todo el cielo, patio, vergel y lo que a ellas les daba la gana, aquello parecía una ciudad sin ley con esos animales plumíferos diciendo "cu ru tu-cu cu" todo el día, que lo haga una tiene su gracia pero 200 a la vez pues es normal que las tenga un poco aborrecidas, creo que me entenderéis. Por no decir lo guarras que son, daba igual con qué frecuencia se le limpiase el palomar, a la hora siguiente lo tenían otra vez cómo siempre, por algo se les llaman las ratas de ciudad.

A las palomas no puede acceder cualquiera, las custodia una valla que cruza todo el patio en longitud y bastante alta, así que mis pobres perros (en su día fueron 6) en la actualidad quedan 3, las miraban con cara de manjar y no es que estuviesen mal alimentados, supongo que es la llamada de la selva urbana, si persiguen a los gatos porqué no a las palomas, esos animales que vuelan (me imagino que pensaban eso, aunque es difícil ponerse en la mente de un can). Mas de una vez les he abierto esa barrera infranqueable para ellos que es la valla que separa el patio de los perros y las palomas, están juntos pero no revueltos. Para mí era muy facil abrir la maneta, darme media vuelta y hacer cómo si no hubiese visto nada.

La tarea finafizaba cuando veía a V. que ha llevado muy mala vida, la pobre era la única Husky en un clan de canes Pastores Alemanes, es decir que era la putilla del grupo, todos la ultilizaban sexuálmente pero después de satisfacerse la dejaban de lado y se iban con las de su raza. También ellas (las pastores alemanas) le tenían cierta manía ya que siempre tenía ganas de pegar un polvete con cualquiera de los machos, y eso no lo veían con buenos ojos (cosas de perros supongo). Cómo iba diciendo después de la explicación de la vida libertina y díscola pero no fácil de V. Cuando V. volvía de darse un paseo en el palomar con aires victoriosos, algo jadeante pero con andares chulescos, se ponía a mi altura me miraba cómo dándome las gracias por ese rato de diversión que su dueño le había otorgado y yo sabía que habiamos hecho la faena bien hecha cuando al toser la perra salían de su boca unas cuantas plumas. Después me tocaba correr a mi y limpiar el cuerpo o lo que quedara de él antes que que viniese mi padre.

Ayer cuando fui a casa de mis padres a comer, nada más salir del coche, parece ser que me estaban esperando y se me cagaron las muy guarras, estaban allí arriba, en un cable, paraditas, haciendo punteria, cogiendo el mejor sitio para hacer diana . Hay que ver lo rencorosas que son, eso pasó hace mucho tiempo y aún se acuerdan.